miércoles, 24 de septiembre de 2008

Todos lotean, y tú también lotearás

Hagamos este ejercicio.
Imaginemos que el corazón es un enorme baldío, salvaje y natural.
Un día, alguien ¡Oh! descubre América y, a toda costa, persigue y elimina cuanto rasgo recuerde lo que eran aquellas tierras. Y se comienza a dividir el baldío en diferentes parcelas. Termina la civilización y comienza la barbarie (y no al revés).
Las de mejor vista son las primeras en ocuparse, y todos esperan a que alguno se vaya para ocuparla y edificarle encima.
Pero entonces, llega un visionario al estilo Alan Faena, y convierte en un parque de diversiones lo que nadie, durante años, daba ni 2 mangos.
Y entonces, todos hacen sus ofertas, de las más variadas e insospechadas por aquella mina de oro que otro descubrió.
Y en manos de quien caiga está el destino (éxito o fracaso) de aquel maravilloso lugar.
Pero he aquí donde la historia tal vez podría enseñarnos:
Que siempre queda algún antiguo y verdadero ocupante de lo que fue alguna vez un salvaje baldío. Y por débil que sea, nunca es tarde para reclamar su tierra.


Bueno...Pero si antes vino Faena, mejor.

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