lunes, 16 de noviembre de 2009

Lo que la ensalada no se llevó

Historias, todas. Qué buenas son las historias. Tienen eso que no es "¿Qué hiciste el finde?" sino que llegan a vos con una manufactura más interesante, la que con sucesivas consultas con la almohada se va poniendo mejor.

Vienen teñida del otro, a su manera, si, pero si la dejás, la historia te salpica, te mancha y se queda con vos para siempre.
En algún lugar, te doy mi palabra, se queda.

Y las mujeres no sólo juntamos muchas historias, sino que las compartimos, comida y bebida de por medio.

Y ahí tenés, amiga, el rollito de todas las historias que vas acumulando.

El que juntaste cuando te deprimiste, el que bajaste cuando te volviste a deprimir y el que recuperaste cuando ya no pudiendo contener la risa lo contaste con una decoración impecable alrededor de una mesa.

Moldealo, OK. Pero que se quede ahí.

Que cuando lo tengas enfrente, lo agarrás bien fuerte y a lo guaso le decís: ESTE, es para vos.

domingo, 15 de noviembre de 2009

No hay bien que por bien no venga

No creo en las casualidades. Pero que las hay, las hay.

Sería injusto dividir el mundo femenino en 2.
Pero supongamos que fuera injusta.

Está el bando de las que se arregla. Y el bando que no.
Así como está el bando de las lindas. Y las que no.
Y están las que están re podridas y las que no tanto.

A un flaco, encolumnándome, le pareció raro mi forma de ser.
Mi primer teoría del día fue pensar en que con aparatos fijos y un parche en la frente, tuve que agarrar la guitarra o estaba al horno.
Anecdótico a la metáfora lo que una gran y vieja amiga una vez me dijo que veía en mí: había aprendido a tocar la acústica, pero que ahora que agarraba la eléctrica la iba a romper.
La rompí, si, contra el escenario al estilo The Who.

Será que la vida me cruzó siempre con mujeres increíblemente valiosas, que no encuentro sentido a la sorpresa del amigo en cuestión.
Pero en charlas vacías de contenido, aunque muy entretenidas y recurrentes, finalmente manifestamos nuestra teoría de que las posibilidades de adquirir un novio antes de tener un microemprendimiento exitoso es casi indirectamente proporcional a la posibilidad de que aún descuidando nuestra imagen lo logremos.

Mi respuesta, hoy más clara, es que de alguna manera, el que se nos está cagando de risa en nuestra cara es el universo y todas sus galaxias y planetas, que nos nubló la mirada momentáneamente, redirigiendo nuestra energía a un expendedor de gas en plena ruta 2 un 15 de Enero, donde todos hacen cola para exprimirte las ganas de vivir, como mucho tomarse un café y marcharse sin propinas ni adiós.

Eso me recuerda a una tarde esquiando junto a mi papá.
Él me dijo que estaba preparada para la pista, y nos lanzamos nomás sobre la cuádruple. Re canchera.

A los 2 minutos de lanzarme, mis antiparras se nublaron, desaprendí todo, no escuché los gritos desesperados a mi alrededor y volé por los aires fuera de pista hacia un pequeño precipicio. Mullido gracias a dios.

Bajé haciendo culopatín. Y tomé chocolate caliente todo un día hasta que volví a clavar el canto.

Aprendí que no estaba lista y a ignorar los envalentadores ánimos ajenos, aún cuando la intención es buena.

Yo creo que a la inversa también puede suceder.
Pero cuando vas con la mira nublada, mejor bajar despacito, y con gracia a en camilla con nulas ganas de volver a intentarlo jamás.

De paso, tiré esas con toda la onda y me compré unas nuevas que no me silbaba ni el agua hirviendo.

martes, 10 de noviembre de 2009

Penélope, una mujer moderna

No vuelvas. Ya te olvidé.


Y uso tacones más altos.
Y llevo gas pimienta en la cartera.